En el corazón de Mendoza, a los pies de los Andes, donde se encuentran nuestros excepcionales viñedos de Malbec desde 1910, se puede sentir la omnipotente presencia de la llama. Durante siglos, este gran animal ha sido parte esencial de la historia de las montañas argentinas. Del mismo nombre, nuestro vino se abraza al espíritu de persistencia y determinación de la Llama.
El resultado de este cuidadoso proceso de elaboración es un vino moderno con un atractivo color cereza oscuro y sombreados violetas. En nariz, resulta exuberante y muestra una gran intensidad. En él, sobresalen los aromas afrutados con notas de cereza, mora y ciruela. En boca, el vino es cálido, intenso y está bien estructurado. Muestra una explosión de sabores a fruta y tiene buen equilibrio, con ligeras notas de madera. Su post-gusto es persistente y agradable.